Una noche sin regreso: en la Vía Rápida Oriente
- Buzo Caperuzo
- 24 jul
- 2 Min. de lectura

El motor rugía contra el silencio de la noche. Era miércoles y el reloj corría más allá de las 10 cuando un Volkswagen Golf rojo surcaba la Vía Rápida Oriente, como tantos otros que buscan llegar, o escapar. Pero él no llegó. No escapó.
A la altura de la colonia El Chamizal, el camino se volvió trampa. El vehículo se desvió de su curso, derribó un árbol como quien arranca un suspiro de la tierra, y terminó su carrera brutal contra un tronco al borde de la vialidad. El golpe fue seco, final. No hubo margen para el milagro.

Dentro del auto, atrapado entre el metal distorsionado y los cristales rotos, quedó un hombre de aproximadamente 35 años. Nadie sabe si fue el sueño, la velocidad o una falla mecánica. Lo cierto es que la vida se le fue entre los hierros.
Bomberos trabajaron contrarreloj, intentando abrirle un paso a lo que ya no tenía salida. Paramédicos confirmaron lo que el silencio ya anunciaba: el conductor había partido de este plano. Poco después, los suyos —familiares con el rostro quebrado— llegaron para mirarlo por última vez, en ese escenario que no perdona.

El accidente ocurrió a escasos metros del puente que conecta con la colonia Buenavista. La zona fue acordonada mientras peritos de la Fiscalía General del Estado y elementos de Tránsito Municipal realizaban las diligencias. El tráfico, paciente y lento, fue testigo mudo de la tragedia.
Esa noche, la ciudad sumó otro nombre a su memoria de asfalto. Y un hombre común, quizá con prisas, con sueños, con alguien esperando en casa, no volvió.








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