Un segundo de descuido, cuatro autos afectados: la carambola sobre el bulevar Padre Kino
- Buzo Caperuzo
- 4 jul
- 2 Min. de lectura

Tijuana, B.C. — Bastó un instante. Un pie que no frenó a tiempo, una distancia mal calculada y el sonido seco del primer golpe desató una reacción en cadena sobre el asfalto. La mañana avanzaba con normalidad en la incorporación de la vía rápida hacia el bulevar Padre Kino… hasta que todo se detuvo.
Un Jeep Liberty fue el primero. Impactó por alcance a un Nissan Altima. El Altima, sin margen para escapar, se convirtió en proyectil: golpeó de frente a un Mazda, que a su vez terminó por empujar a un Chevrolet Aveo. Cuatro vehículos, una sola línea de causa y efecto. El tráfico se convirtió en pausa. La ciudad, una vez más, recordaba lo frágil que puede ser un trayecto cualquiera.

Elementos de la Policía Municipal llegaron con rapidez, no solo para atender el siniestro, sino para evitar uno más. Controlaron el flujo vehicular, colocaron conos, tomaron notas. Los peritos de tránsito midieron la escena, milímetro a milímetro, buscando entender qué falló exactamente. ¿Una distracción? ¿Un celular? ¿Fatiga? ¿Simple prisa?
Una ambulancia también fue solicitada. Nadie resultó herido, pero el protocolo exige certeza. Dentro de los vehículos, algunos conductores intercambiaban gestos nerviosos, otros simplemente miraban el frente estrellado de su auto con resignación. Nadie salió gritando, pero el silencio pesaba.

Según el informe preliminar, el conductor del Jeep habría sido el origen del impacto, al no guardar la distancia reglamentaria. Una regla sencilla, repetida en cada manual de conducción, ignorada en la rutina de la prisa diaria.
La carambola de este día no dejó víctimas, pero sí una advertencia implícita: en Tijuana, como en cualquier otra ciudad, cada volante es una promesa de responsabilidad. Una que, cuando se rompe, puede arrastrar a más de uno.








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