Colisión en cadena: cinco historias detenidas en la Calzada Tecnológico
- Buzo Caperuzo
- 4 jul
- 2 Min. de lectura

Tijuana, B.C. — Eran las 9:15 de la noche cuando la ciudad volvió a recordarse vulnerable. Las luces del tráfico titilaban con la misma ansiedad con que algunos conductores apretaban el volante en la Calzada Tecnológico, justo en el cruce con la avenida Américas, cuando un estruendo cambió el rumbo de varios trayectos.
Una camioneta Mazda CX-30, modelo 2024, joven como quien la conducía —según testigos—, impactó por alcance a una fila de vehículos detenidos en el semáforo: un Renault Duster, un Honda Civic, otra Mazda CX-30 y una Nissan X-Trail fueron las piezas de una colisión en cadena que dejó algo más que metal torcido.

Cinco personas resultaron lesionadas. Una mujer joven con collar cervical temblaba mientras los paramédicos le hablaban con voz firme y serena. Un hombre mayor, conductor del Civic, bajaba del vehículo con pasos torpes y el labio roto. No hubo gritos, solo un silencio que se hacía más profundo entre las luces estroboscópicas de las patrullas y el humo que aún salía de uno de los cofres.
Dos de los heridos fueron trasladados en ambulancia a hospitales cercanos. Los otros tres permanecieron en el lugar, bajo la evaluación constante del personal del Cuerpo de Bomberos y socorristas. No hubo fallecidos. Pero sí hubo susto, sacudida, y un recordatorio visceral de que el camino cotidiano puede tornarse escenario de tragedia sin previo aviso.

Peritos de la Sección de Tránsito de la Secretaría de Seguridad y Protección Municipal acordonaron el área. Marcaron con gis los puntos de impacto, tomaron fotos, midieron distancias y escucharon versiones. Algunos testigos afirmaron que la camioneta responsable circulaba a exceso de velocidad. Otros, que el conductor se distrajo por un segundo… y ese segundo bastó.
Mientras el tránsito colapsaba y los autos formaban una nueva fila, esta vez no por un semáforo, sino por el accidente, uno de los paramédicos susurró: “a veces no es el golpe… es el susto que no se va”.

Y en Tijuana, una ciudad donde la prisa no perdona y las calles a menudo cobran su cuota de caos, cinco personas regresaron a casa —o a un hospital— con el cuerpo dolido y la noche suspendida en la memoria.
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