La noche caía pesada sobre la calle Segunda, envuelta en el ruido metálico de los autos y las luces intermitentes de los semáforos. A un costado del supermercado Smart & Final, un cuerpo yacía tendido sobre el asfalto: un hombre de unos 55 años, con la ropa desgastada y el rostro marcado por el frío de la intemperie.

La madrugada del lunes, el silencio del fraccionamiento Pórticos de San Antonio se rompió con un golpe seco. Sobre el bulevar Sánchez Taboada, esquina con Viñas del Mar, una mujer que caminaba por el acotamiento fue embestida por un Nissan Sentra blanco. Su nombre era Martha, tenía 49 años.

En la avenida Guaycuras, de la colonia Herrera, la mañana del sábado comenzó con el estruendo de un golpe y el silencio posterior de la huida. Un automóvil gris atropelló a una mujer, impactó a otro vehículo estacionado y desapareció entre las calles sin mirar atrás.

En cuestión de segundos, lo cotidiano se transformó en tragedia y heroísmo. Sobre la calle de los Volcanes, en la colonia Urbi Villa del Prado, una mujer de 25 años evitó que su hija de apenas dos años fuera arrollada por un camión escolar. Ella terminó bajo la pesada unidad; la pequeña, con golpes menores.

La mañana de este viernes 12 de septiembre, un hombre murió tras ser atropellado en la carretera libre Tijuana–Tecate, a la altura de la colonia Maclovio Rojas.

El Corredor 2000, con su flujo constante y vertiginoso de vehículos, volvió a cobrar una vida. La noche del martes 9 de septiembre, un hombre de unos 50 años intentó cruzar la vialidad a la altura de Plaza Paseo 2000. A unos metros estaba el puente peatonal, pero eligió arriesgarse a pie por la carretera.

La rutina matutina en la Prolongación calle Segunda se vio interrumpida por un accidente inusual: un ciclista y un peatón que, en cuestión de segundos, terminaron en el suelo tras coincidir en la vía sin poder frenar a tiempo.

Eran cerca de las nueve de la noche cuando el silencio del bulevar Bellas Artes se quebró con un estruendo seco. Un motociclista había quedado bajo las llantas de un tractocamión en la intersección con la avenida Chilpancingo. Los semáforos, apagados desde horas antes, habían convertido el cruce en una trampa mortal.

El operativo en la Ready Lane, diseñado para agilizar uno de los cruces más transitados del mundo, terminó recordando lo frágil que puede ser la seguridad de quienes trabajan a pie, rodeados de miles de autos impacientes. En medio del ruido de motores y el estrés del cruce, un pie herido y una detención marcaron la frontera invisible entre la rutina y el accidente.

La oscuridad de la Vía Rápida Alamar se quebró con un golpe seco cerca de la medianoche. Cuando los vecinos salieron de sus casas, solo encontraron el silencio de un cuerpo tendido sobre el pavimento: un hombre de aproximadamente 50 años, vestido con pantalón azul y camisa de cuadros, que intentaba cruzar la vialidad a la altura de la empresa Amazon.

Era de madrugada cuando las luces de un Nissan March se cruzaron con la silueta de una mujer que intentaba atravesar el bulevar Héctor Terán Terán, en la colonia Jardín Dorado. El golpe fue seco, brutal. La víctima, de unos 65 años, quedó tendida sobre el pavimento, con el cuerpo marcado por múltiples fracturas.

El ruido del tráfico sobre Paseo del Centenario se detuvo por un instante cuando un hombre quedó tendido sobre el asfalto, a metros de la vía exclusiva del Sistema Integral de Transporte de Tijuana. El responsable: un Tesla negro que, según reportes extraoficiales, circulaba por el carril del SITT en dirección al Palacio Municipal.

En la Privada Catemaco, colonia Planicie, el eco de aquel 12 de agosto sigue resonando en forma de sirenas, gritos y llanto. Ese día, Silvia Aurora, una abuela de 70 años, perdió la vida al ser atropellada junto a sus dos nietos por una camioneta conducida por una joven de 21 años, presuntamente bajo los efectos del alcohol y a exceso de velocidad.

La noche del martes, en la oscuridad del Corredor 2000 a la altura de Valle Bonito, el camino de una patrulla municipal se cruzó con un obstáculo tan inesperado como trágico: un burro que irrumpió de pronto en la vía.

El atardecer en la colonia Planicie se tiñó de sirenas y llanto. Eran las 7:20 de la noche del martes 12 de agosto cuando una camioneta Chevrolet Silverado blanca irrumpió en la privada Catemaco, llevándose por delante a una mujer de 67 años y a sus dos nietos pequeños. Ella no sobrevivió.

La tarde en la transitada Zona Río se tornó caótica cuando una mujer de aproximadamente 70 años fue atropellada en el cruce del bulevar Sánchez Taboada y General Manuel Márquez de León, frente al almacén Costco. El incidente ocurrió mientras la víctima intentaba atravesar la calle.

En las calles empinadas de Terrazas del Valle, el juego infantil se convirtió en tragedia. Eran cerca de las seis y media de la tarde, y la rutina del día escolar comenzaba a diluirse entre el bullicio de regreso a casa. Frente a la primaria Francisco Gavilondo, un niño de apenas 9 años descendía una pendiente montado en su patín del diablo, sin saber que lo que venía no era solo velocidad, sino destino.

El amanecer del sábado no trajo calma a El Florido. Sobre el bulevar Del Refugio, una mujer yacía sin vida, víctima de un atropellamiento cuya crudeza quedó marcada en el pavimento. El responsable, como suele pasar en historias que duelen, huyó sin mirar atrás.

A cuatro días del brutal atropellamiento ocurrido detrás de Plaza 2000, los sobrevivientes aún cuentan las lesiones, los daños materiales, pero sobre todo, la incertidumbre. Mientras dos de ellos continúan hospitalizados con fracturas graves, sus compañeros alzan la voz: exigen justicia, respuestas y una reparación digna del daño causado.

La noche avanzaba con su tráfico constante sobre la Vía Rápida Oriente, cuando una silueta en dos ruedas se adentró en el camino. A la altura de la colonia Los Álamos, un hombre a bordo de una bicicleta intentó cruzar la vialidad. Nunca llegó al otro lado.