La mañana de este jueves, el rugido de una motocicleta se apagó de golpe en el puente El Chaparral. El conductor de la unidad de dos ruedas, con matrícula de California, se estrelló de frente contra un vehículo compacto que transitaba por el carril con aparente normalidad.

La tarde del miércoles 20 de agosto, el rugido de una motocicleta se convirtió en estruendo metálico frente a Plaza Landmark. Un joven de unos 25 años terminó sobre el pavimento tras un accidente provocado, según reportes extraoficiales, por un vehículo que realizó un retorno sin precaución y luego huyó de la escena.

El percance, pese a no dejar heridos, recordó lo vulnerable que es la movilidad de Tijuana: basta un solo choque en el corazón de la vía rápida para detener por horas el pulso de la ciudad.

El golpe fue seco y devastador. Ambas pasajeras sufrieron fracturas y fueron estabilizadas en el lugar por paramédicos de la Cruz Roja, antes de ser trasladadas a un hospital cercano.

La noche del lunes 18 de agosto, el bulevar Padre Kino se convirtió en escenario de un accidente que mezcló velocidad, violencia y huida. Una camioneta Chery Tiggo 7 terminó destrozada contra un árbol en el camellón central, mientras su conductora era atendida por paramédicos tras quedar lesionada.

La oscuridad de la Vía Rápida Alamar se quebró con un golpe seco cerca de la medianoche. Cuando los vecinos salieron de sus casas, solo encontraron el silencio de un cuerpo tendido sobre el pavimento: un hombre de aproximadamente 50 años, vestido con pantalón azul y camisa de cuadros, que intentaba cruzar la vialidad a la altura de la empresa Amazon.

En las primeras horas de este lunes, la calma de la carretera libre Tecate–Tijuana se quebró en segundos. Pasando el Puente de Valle de San Pedro, un Toyota Corolla negro perdió el control, se estrelló contra los muros de contención y terminó volcado en plena vialidad.

A pocos minutos de las 8:00 de la mañana, cuando el tráfico hacia la Zona Centro ya hervía de prisa y bocinazos, un estruendo metálico cambió el pulso de la ciudad. A la altura del “Parque de las Quinceañeras”, tres autos —un Nissan Versa, un Kia Río y un Chevrolet Aveo— colisionaron, dejando a su paso caos, vidrios esparcidos y una mujer lesionada.

La tarde del sábado, el tránsito hacia la garita de San Ysidro se volvió un caos. A la altura del “Parque de las Quinceañeras”, un Nissan Versa azul, utilizado como vehículo de plataforma, quedó volcado tras un choque con una Jeep Patriot, obligando a cerrar carriles y a desviar la circulación en una de las arterias más concurridas de la ciudad.

Era de madrugada cuando las luces de un Nissan March se cruzaron con la silueta de una mujer que intentaba atravesar el bulevar Héctor Terán Terán, en la colonia Jardín Dorado. El golpe fue seco, brutal. La víctima, de unos 65 años, quedó tendida sobre el pavimento, con el cuerpo marcado por múltiples fracturas.

La noche del viernes en la Zona Norte, las luces de neón de la calle Coahuila apenas alcanzaban a iluminar lo que pronto se volvería una escena de crimen. Tres personas —dos menores de edad y una joven de 19 años— abordaron un Uber en un Kia Rio blanco con placas C29-NW-B3. Minutos después, con una navaja en mano, despojaban al conductor de la plataforma, dejándolo con el miedo en la garganta y sin su vehículo.

El ruido del tráfico sobre Paseo del Centenario se detuvo por un instante cuando un hombre quedó tendido sobre el asfalto, a metros de la vía exclusiva del Sistema Integral de Transporte de Tijuana. El responsable: un Tesla negro que, según reportes extraoficiales, circulaba por el carril del SITT en dirección al Palacio Municipal.

En la Privada Catemaco, colonia Planicie, el eco de aquel 12 de agosto sigue resonando en forma de sirenas, gritos y llanto. Ese día, Silvia Aurora, una abuela de 70 años, perdió la vida al ser atropellada junto a sus dos nietos por una camioneta conducida por una joven de 21 años, presuntamente bajo los efectos del alcohol y a exceso de velocidad.

La mañana se volvió un caos en el Corredor 2000, a la altura de la colonia Altiplano, cuando un taxi de ruta Natura–Otay, blanco con franja naranja, terminó volcado sobre el asfalto. Minutos antes, según testigos, el conductor circulaba por el carril de acotamiento, presuntamente disputando pasaje con otra unidad.

La mañana de este jueves, la rutina de la Zona Río se interrumpió con un choque frontal que dejó a un conductor herido y a un escolta municipal bajo investigación. La escena: un Toyota Solara gris, con placas de California, detenido en medio de la vialidad, su cofre arrugado, frente a una camioneta Ford F-150 blanca de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana Municipal.

El gobierno del presidente municipal, Ismael Burgueño Ruiz, atendió el colapso de un muro de contención ubicado sobre la Av. Revolución y calle 10 en el primer cuadro la ciudad.

El mediodía avanzaba con normalidad sobre la Prolongación Calle Segunda, hasta que, a la altura del puente del Mirador, un estruendo de metal y frenos quebró la rutina. Un taxi de ruta, blanco con franjas amarillas, quedó volcado en medio de la vía, con seis pasajeros atrapados en su interior.

La noche del martes, en la oscuridad del Corredor 2000 a la altura de Valle Bonito, el camino de una patrulla municipal se cruzó con un obstáculo tan inesperado como trágico: un burro que irrumpió de pronto en la vía.

El atardecer en la colonia Planicie se tiñó de sirenas y llanto. Eran las 7:20 de la noche del martes 12 de agosto cuando una camioneta Chevrolet Silverado blanca irrumpió en la privada Catemaco, llevándose por delante a una mujer de 67 años y a sus dos nietos pequeños. Ella no sobrevivió.

Los neumáticos aún giraban lentamente cuando la primera patrulla se detuvo frente a la escena. La camioneta Suzuki blanca descansaba ladeada, como si hubiera caído rendida en medio de la avenida Bahía la Ventana. A unos metros, un Nissan del mismo color, quieto, con el cofre hundido.