En una ciudad ya marcada por la incertidumbre y el temor, los rumores de un posible desabasto de combustible se propagaron con la velocidad de un incendio forestal, sumiendo a Tijuana en un caos vehicular y emocional que amenaza con desbordarse.
Desde el domingo pasado, los pobladores de Maclovio Rojas mantienen un bloqueo en las instalaciones de Pemex Rosarito, exigiendo los tÃtulos de propiedad de sus terrenos, y su desesperación ha desencadenado una reacción en cadena que ha paralizado a la urbe fronteriza.
Las redes sociales, ese pulso incontrolable de la opinión pública, se llenaron de alertas y advertencias sobre un inminente desabasto de gasolina. La reacción fue inmediata y feroz. Las imágenes de filas interminables de automóviles serpenteando por las calles, en busca de una estación de servicio abierta, se volvieron virales. En cuestión de horas, Tijuana se transformó en un escenario de desesperación y ansiedad.
"Es como si estuviéramos en medio de un apocalipsis", expresó MarÃa Escalante, residente de la ciudad, mientras esperaba con su familia en una fila que parecÃa no avanzar. "Llevamos más de tres horas aquÃ, y no sabemos si alcanzaremos a cargar gasolina. Nos dicen que tal vez se acabe antes de que lleguemos a la bomba."
El origen de este pánico radica en el bloqueo de Pemex Rosarito por parte de los residentes de Maclovio Rojas. Desesperados tras décadas de promesas incumplidas y viviendo en condiciones precarias, decidieron tomar acciones drásticas para exigir la regularización de sus predios. Casandra Hernández, representante de la comunidad, aseguró que no levantarán el bloqueo hasta obtener una respuesta favorable a su demanda. "Hemos sido ignorados por demasiado tiempo. Esto no es solo por nosotros, es por las futuras generaciones", afirmó.
Las autoridades locales, atrapadas entre la presión social y la realidad de la situación, han sido cautelosas en sus declaraciones. Hasta ahora, no ha habido una confirmación oficial de desabasto de gasolina, pero las imágenes y testimonios de gasolineras vacÃas y conductores frustrados pintan un cuadro desolador.
En un recorrido por las gasolineras en principales bulevares y avenidas, se constató que las filas de vehÃculos superaban los 20 automóviles en cada punto. La escena se repetÃa en todos los rincones de la ciudad: personas con semblantes de preocupación, niños dormidos en los asientos traseros, y el incesante ruido de motores al ralentÃ.
"Esto es inaudito. Nunca habÃa visto algo asà en Tijuana", comentó Juan Carrazco, un taxista que depende del combustible para su sustento diario. "Cada minuto que paso aquà es dinero perdido, y la incertidumbre es lo peor. Nadie sabe cuánto tiempo durará esto."
El impacto del bloqueo y la consecuente crisis de combustible tiene ramificaciones profundas. La economÃa local, ya golpeada por otros desafÃos, enfrenta una nueva prueba de resistencia. Comercios y servicios que dependen del transporte de mercancÃas y personal podrÃan sufrir retrasos y pérdidas económicas significativas.
La comunidad de Maclovio Rojas, sin embargo, permanece firme en su postura. "Nosotros no querÃamos llegar a esto", explicó Casandra Hernández. "Pero cuando te cierran todas las puertas, no te queda otra opción que forzar una ventana. Esperamos que el gobierno federal nos escuche finalmente."
En medio de este torbellino, la ciudad de Tijuana espera. Espera respuestas, espera soluciones, espera que la calma regrese. Pero sobre todo, espera que esta crisis sirva como un recordatorio de las profundas desigualdades y desafÃos que enfrenta, y que tal vez, de estas cenizas de desesperación, surja una llama de esperanza y cambio.
Mientras tanto, la vida sigue su curso, aunque a un ritmo más lento y ansioso. Los ciudadanos ajustan sus rutinas, buscan alternativas, y mantienen la esperanza de que la tormenta pase pronto. Porque al final del dÃa, en Tijuana como en cualquier otro lugar, la resiliencia humana siempre encuentra una manera de brillar en medio de la oscuridad.
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